domingo, junio 19, 2005

De los archivos: Un aviso a la comunidad

Lisa Doble lleva un vestido azul mantel, sus manos impecables dobladas sobre el regazo, pelo con raya en medio, hippiesco, y la mirada fija en un lugar que no existe. Forever.

La del sufrimiento

Ella era feliz; respetable profesionista en días hábiles, raver cuando hacía falsa. Solía colaborar con el Diario Habitual y la sección Ciencia Pop del presente suplemento. Hábil lectora de la realidad comercial, teórica de su propio silencio, y demás pretensiones de relleno. Nunca vio a Mario Simpson. O a los Muppets.

Las contadas ocasiones en que vi a Lisa fuera de la red notaba un halo similar al de Bjork en sus peores momentos. Una niña alegre deambulando por la tienda de juguetes más grande: el mundo. Pero en ocasiones su alegría (y curiosidad) me parecía excesiva, eléctrica, insensata.

Está bien. Así se divertía.

Trilogía satánica parte tres

Sabía que tarde o temprano caería. ¿No se trata de tal cosa nuestra sección? ¿No lleva la insomne curiosidad, y la pretensión de estas preguntas a falsas sombras? Promesas, promesas.
A sus manos llegó el Método acelerado de superación Superior, y jamás logró separarse de él. La autora, Lynn Bertrand, prometía la eliminación de las principales categorías morales bajo la bota de un esplendor fascista y el tiránico reino de una versión condensada de la razón.

Ella es la hermana de la luna (sic)

Era la curiosidad que apagaba el mundo. Lisa Doble leyó el libro una y otra vez, persiguiendo cualquier pequeña, salvadora falacia del satánico planteamiento de Bertrand. Fue inútil. El libro (su autora, los demás intelectuales, los santos) tenía razón; de hecho, era la razón misma, convincente y molesta.
- ¡Este libro es mi vida!
La pobre nunca recordó dormir otra vez. Esa lectura cíclica del Método acelerado (reseñado en la décioma edición del actual suplemento, ver links) le fue quitando comida, sueño, y al final las palabras.

Parálisis catatónica, diría el doctor

La veíamos sentadita en la recepción de Certezas Ilusorias, leyendo ya sin el libro, confiando sólo en su memoria de cada línea, con los ojos cerrados que se movían siguiendo invisibles párrafos:
"El hombre (o mujer) superior refleja la precisión de un dado ajeno a sofismas, y las letras de cada una de sus frases deben ser contadas marcando el énfasis necesario para su aceptación ciega por el futuro comprador, si el hombre (o mujer) de negocios desea conocer el éxito (o mujer) por siempre, y humillar a sus semejantes y vecinos (o mujer)."

La historia de las galletas

Y cuando se hartó y quiso olvidar el libro, le ganó la tristeza. La vida ya no podría ser igual tras ese destello de verdad ambigua, atrayente y capturada. Mediocre. Como si descubrieras que el Dios siempre buscado fuera sólo una máscara de acero.

Olvidó el trabajo para quedarse en la sala de una casa que soñó, y ahí la encontramos, sentada, mirando lo que había que mirar; y es triste, pero al fin estaba atrapada en lo cierto, para siempre jamás.

Continuación. La verdadera historia termina

Con el gobierno de Fox, ella logró ser aprovechada. Uno de los coleccionistas que compró varios internets (sic) puso varias cámaras en su cuarto. A mi me tocaba darle comida, casi siempre mermelada reducida en azúcar. Y un vaso de agua muy fría. Fue entonces que empezó a moverse un poco. Mi dentista la tenía en su tele como acuario. Yo levantaba la vista con la boca dormida, hecha de algodón, y ella parpadeaba en mis recuerdos.

Fue un éxito. Lento

Un equipo de exploradores se apuntó en la trivia. La tomaron como rehén con muchas agujas, atentos a cada sonido que pareciera una sonaja. Con palabras. Dormida. La ayudaron. Poco a poco. Su mano sometida. Un pedazo de gis pasando cerca de la cara. Fueron creando una verdad: que estaba perdida. Restos de mapas. El movimiento de sus ojos al estar frente a su propia pantalla.

Tengo algunos resultados en mis archivos, los fui coleccionando: Imágenes de los 14, cuando le negaban la salida. El nombre no era Lisa. Tal cosa no estaba permitida. Los apuntes a lápiz muestran: ropa en línea avril-hillary-lindsay-belinda. Una cadenita.. Fantasmas cerca de una piscina. La posibilidad de leer mentes saltando un poco los ojos. Algunas mentiras, en mi cara, en el momento de mayor necesidad. Es cuando sabía ser egoísta. Ellos nos acusaban de ocultarla. Ella habló una vez, las demás logró ocultarse, inclinada con furia sobre la paleta de un banco.

Tuvo éxito. Luego Doble. Y al final, Lisa, cuando logramos hacer su versión para HBO.

Acabo de recibir una demanda: hablaré con su publicista.

Postdata absoluta y necesaria:

Me acaban de decir que en la vida real ella había sido católica.