sábado, febrero 12, 2005

Look inside the dead eye

Cargo con una libreta negra con falso cuero. LEATHER CONCEPT by EL CID. Nunca me han gustado sus hojas cuadriculadas, pero es bueno saber que no se me va a deshacer en las manos, o con las últimas lluvias. Mientras tanto, mi letra se ha vuelto menos comprensible con el tiempo. Es una especie de fuga enlazada hasta límites taquigráficos. A veces me es difícil leerla. Es más un dispositivo para refrescar mi memoria, una señal para regresar en el tiempo.

La libreta es agenda, lienzo de garabatos que tengo que hacer mientras hablo por teléfono, depósito de canciones, esbozos de artículos para la revista Mandarina. Notas de entrevistas capturadas desde el dictáfono.

Además incluye una tabla de conversión. Extraño el Trapper Keeper con un carrito rodeado de relámpagos, y la mallita de plástico amarillo donde acomodaba mis plumas sin tapón.

Al final la libreta pasará al archivo, junto con todas las demás. Conservo materiales desde la época de la secu: los proyectos de novelas psicodélicas futuristas, y ciertas aventuras de unos intrépidos ladrones en un Monterrey parcialmente inundado. En el último episodio se enfrentaban a Batman. Era el 90 y ya estaba harto de ver al por demás admirable encapotado en corcholatas, patinetas, paletas, chicles, corn flakes, trompos, yo - yos, pelotas, sopas instantáneas, paletas, chicles, calcetines, paletas, chicles, corn flakes, gorras, triciclos de plàstico para preescolares, cuerdas para saltar, baticumbias, papalotes. Tuve un papalote de Batman, pero fue antes de la pelic. El de Spiderman se rompió rápidamente en el estacionamiento de Estadio Universitario.

En las libretas de la época de la prepa tengo una historia que ahora bien podría ser una serie gringa sobre estudiantes listos y maestras rejuvenecidas, y una interminable épica intergalàctica de detective viajero en el tiempo versus computadora enloquecida, quizás el proyecto al que le he dedicado más pensamientos antes de darme cuenta que la escritura en sí de la saga requeriría estar varios años en una cabaña en Arteaga (Coahuila), hablando sólo durante días enteros frente a una grabadora, actuando todos los personajes para encontrar su tono y motivación, mascando raíces mientras cazo venados a pedradas y de todas formas conservo una conexxxión directa a internet. Y una pizzería cerca. Saldría triunfante con un manuscrito de mil capítulos, el pelo hasta el suelo, un ojo apagado, otra mano fracturada con uñas crecidas en espiral, recuerdos de varios idiomas inventados y el proyecto de muchas secuelas. Muchas.

Life is good.

1 Comments:

At febrero 14, 2005, Anonymous Anónimo said...

Ese Adrián... Me ves en el Barrio y te me sordeas, jajajaja. Ni pedo. Andas bien rarito. Un saludo. Chido tu blog. Minerva.

 

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