miércoles, julio 13, 2005

Otra del recuerdo: Un fragmento de mi tesis. Ya ni me acordaba. Checad lo principal, el estilo portentoso, resultado de largas tardes leyendo a Foucault afuera de la biblioteca de la Facultad.

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Un nuevo siglo como gran escenario de ideas y poderes; de independencia y nuevas dominaciones.

Al iniciar la Era Burguesa, han caído las fantasías de nobleza, y se ha abierto el camino para un desarrollo comercial e industrial separado de las ataduras del pasado. Pero en ese crecimiento son notorios los rasgos de una nueva desigualdad. Ya no los fueros y derechos hereditarios del poder divino o real, sino la contundente presencia del progreso y sus representantes: por un lado, los genios de la industria, amparados en la razón y la tecnología, en contrate con lo que se considera el populacho inculto y violento, que debe ser liberado de sí mismo, de su corrupción e inactividad.

Pueblo que en la Revolución Francesa, había puesto en escena su poder, reclamando el fin de reinados y despotismos, el fin del eterno retorno característico de la monarquía; tras esta fractura en el curso del tiempo cíclico el estado afirmará servir a los ciudadanos, y no entorpecer, sino fomentar su desarrollo: el nuevo mandato en economía es replegarse, siguiendo la política de laissez - faire, pero al mismo tiempo pone en acción su poder organizativo y salvador sobre ese mismo pueblo: lo educa, cura, estudia, reforma. El pueblo, o su voluntad, ha seccionado los viejos lazos de la nobleza. Ahora, el saber y los avances tecnológicos rompen las anteriores relaciones de vida y producción al dar paso a un nuevo orden: el trabajo industrial como productor y distribuidor de riqueza: función que ocupa un papel preponderante en la nueva sociedad. No hay un objetivo subyacente o una estrategia de dominación en juego: simplemente, se considera que es un resultado de la marcha inexorable del progreso. Las máquinas requieren operarios más o menos calificados, y la obtención de materias primas para mantener su funcionamiento: personas y carbón separados del campo para participar en lo que será conocido como la revolución... industrial.

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Las masas que se debatían ansiosamente en el campo ahora aprovecharán su energía en la ciudad y en el complejo sistema de producción dentro de fábricas y talleres: un espacio organizado para obtener el mayor provecho de esa voluntad y fuerza de trabajo del ciudadano; un lugar donde el hombre adquiere su lugar como participante de un nuevo tiempo técnico, pero también, como elemento de un sistema de explotación. Un espacio donde ese hombre anteriormente sujeto a los ritmos indolentes de la naturaleza y los caprichos de la producción agrícola, se convierte en un nuevo ente urbano, el obrero. En las capas sociales que no participan directamente en el trabajo fabril, el desarrollo de la industria y el comercio pone frente al individuo una variedad mayor de objetos de consumo para ser obtenidos, perseguidos o deseados; la nobleza ha caído o ha prescindido de su antiguo poder: pero el hombre moderno puede conjurar su presencia al adquirir mobiliario, accesorios, productos fabricados en una semblanza de la calidad gozada anteriormente por las clases altas, y con la gracia de obtenerlos a un precio más bajo gracias a la fabricación en gran escala.

El nuevo saber trae las maravillas de un mundo nuevo en la técnica, la política y la ciencia; así mismo, con él surge la necesidad de conocer y mejorar al habitante de ese mundo: un hombre nuevo que no espera la condena divina o la opresión del rey, un individuo cuyos esfuerzos se dirigirán a ser provechoso para sí mismo y la sociedad.


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Un hombre que requerirá un nuevo espejo, más real, en el cual verse: por lo tanto, será descrito por los nuevos saberes; conocimientos científicos surgidos de él mismo, pero que igualmente, lo cubren y dividen en piezas que siguiendo la marcha del mundo, podrán ser comprendidas y controladas. Incluso en el caso de aquellas funciones misteriosas y complejas que originan la conciencia y sus acciones: en el siglo XIX surge una psicología que aspira a ser ciencia, y presenta un nuevo territorio conquistado por el conocimiento; más que un alma, una mente puramente funcional, asequible a la razón, dedicada a recibir y procesar las experiencias. Y en la psiquiatría, una mente que al igual que cualquier otro sistema u órgano, presenta ante el ojo clínico síntomas que evidencian sus alteraciones y procesos degenerativos. Espacio que quizás pueda ser curado para beneficio de la maquinaria social.

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2 Comments:

At julio 15, 2005, Anonymous Anónimo said...

sagan la copia que tenía se la quedo vero, tons? capitalismo igual a violencia.

 
At julio 15, 2005, Blogger saganyouth said...

por a'i tengo copias todavía, pero ninguna encuadernada.

 

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