jueves, noviembre 10, 2005

Sister of the living star

2037
Cuando perdimos los cuerpos, hubo una transacción rápida de información placer, información placer. Era otro modo de regresar a cosas que todos recordábamos como ciertas. Por eso se puso de moda, por eso lo gritaban en las esquinas, por eso se convirtió en accesorio necesario y al final de los gobiernos, en una obligación.

Estuvimos un rato entretenidos, todos en contacto, como estrellas en la noche sin costuras. Pero uno crece y cambia, ciertas estructuras tienen su destino acumulado, y un buen día algunos vimos otra vez el paisaje de la Realidad Gratuita a nuestro alrededor.

Ya no haría mucha diferencia. Los Gliders estaban cerca. Esa es la frase que no debí mencionar.

Me encontré de nuevo, elegí la edad, construí en recuerdos la ropa, y las montañas estaban ante mí, cierta gente había regresado a sus casa. No todos estaban contentos. Pero la economía post desalentaba el regreso a la Comercial.

Una de las primeras fue Estrella, y por eso la fui a visitar.

- ¡Malditas piernas!- ella estaba parada en su cocina, lidiando de nuevo con el mundo material.- ¡Y aquel que no me quiere ayudar!

Yo estaba inspeccionando el refri. Ella trataba de encender un horno de leña. Su pelo estaba rizado y lo cruzaban canas zigzag.

- ¿El señor Estrella?

- Anda allá afuera con sus tonteras. Se me hace de seguro ha de estar pensando en otra.

- Hmm.

- Sagan, es que anda muy misterioso desde que regresamos. Se me hace que ya tenía un plan aquí. ¡Siempre me pasa lo mismo! ¡Ya estoy harta! Ya no le voy a hacer caso a sus cosas esas del espacio que siempre trae en la cabeza.

Encontré un pedazo de carne asada.

- No te claves. Deja ver qué onda con aquel morro.

“Don morro”, pensé. El esposo de Estrella había elegido regresar con su edad íntegra.

Yo ya tenía rato de conocerlo. Bastante rato. Pero por una cosa u otra nunca me lo topé estando en la Realidad Comercial.

Estaba caminando en el patio, cortando unas plantas de un pequeña hortaliza. Volteó y se me quedó mirando con una expresión de miopía mezclada con duda. Así que yo fui el primero en hablar.

- Qué onda, ese Dirk Hans.

- Ahhhhh. ¡Eres tú!

Dejó sus cosas a un lado.

- Sí, todavía. Casi siempre.

- Hmmm, sí te recuerdo. Hola, cómo estás... Qué bueno que vienes. Aquí hay algo que te va a interesar. Están llegando nuestros amigos del espacio.

- Ehhh, sí, ¿verdad?

- Sí, los escuche cuando estaba dormido. Ellos me dijeron muchas cosas. Parece que ya habìan dejado sus señales aquí, y algunos las habíamos captado de alguna forma. Tomaron nuestras mentes como capullos para hibernar. Y ahora ya vinieron por ellos.

Algo había leído en el periódico acerca de eso.

- Pero yo tengo una especie... especial. En ningún otro lugar puede crecer. Es un evento... realmente maravilloso.

Escuché un grito en la cocina.

- Ehh, Hans, parece que tu señora necesita que vayas.

Se quedó pensando un momento.

- Hmmmmm. Puede que tengas razón.

Caminó hacia la casa. Yo me acerqué a la hortaliza. Entre una calabazas poco exitosas, se distinguía una pequeña colonia de hongos, con el color del café barato, y unas extensiones a los lados que los hacían parecer estrellas.

Dios los cría, cuando quiere verlos de vuelta en el espacio, los junta. Hans venía de regreso.

- Ya no estaba. No te preocupes, siempre se le pasa. De seguro extraña al mundo de Allá Arriba, era una gacela.

- Vi algunas de sus piezas de danza. También tenía algo acerca de extraterrestres.

- Sí, pero no lo sabía. Eran unos datos que le agregué sobre algo que leí de la química orgánica en Marte. Los mensajes.

-Algunos de varios.

Sí, esa fue otra razón para regresar, enfrentarnos a nuestros propios extraños. El sol caía de nuevo sobre Monterrey. Mucha gente estaba regresando. Creo que no todos sabíamos para qué. Pero era claro que una brecha había sido saltada, y que nada sería imposible la siguiente vez.

- Tu señora nos dio nuestro único hit. Y apareció en la portada del Reader's Digest.

- Sí, ahí lo tenemos en el baño.

Cuando se hizo de noche vimos unas luces que parpadeaban morse, y Estrella comió en silencio, sin desviar su mirada. Jamás.

2 Comments:

At noviembre 15, 2005, Anonymous Anónimo said...

Sorry, pero he perdido el hilo, el esposo en la realidad gratuita de Little Star es Dirk Hans. ¿Es el mismo Hans Saltcracker que has mencionado ántes en un encuentro en la realidad comercial con Miss Herla, en la escuela echeverrirstoide (excelente descripción)?, si es así porque mencionas que ya tenías rato de conocerlo pero que nunca lo habías visto en la realidad comercial?, es alguna artimaña del autor para confundir a sus lectores? o estoy muy güey?
... No respondas a lo último!!!

 
At noviembre 15, 2005, Blogger saganyouth said...

el encuentro con Miss Herla ocurre en la realidad gratuita, y Hans en realidad no está ahí (es para completar la escena).

 

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