jueves, octubre 27, 2005

Promesas cumplidas – misterio - despedida

2023. Instalaron la nueva catedral en alguna parte del Estado de
México. Quizás debería estar más lejos. Desde ahí alcancé a ver
las columnas de humo levantándose como dedos fantasmales.
También abandonaban al DF.

Habían pasado ya varios años de mi última visita a Chilangolandia.
Compré unos discos de vinil, unos tacos, visité a Estrella. Me subí a
las nuevas líneas del metro. Ahora nada de eso sería posible otra vez.

La misa estaba terminando. Me senté sin escuchar al padre
entonando la rutina de siempre. Supongo que los demás estaban
en algo parecido. Simplemente queríamos estar en un lugar
distinto, por lo menos un momento.

Dios, aquí estoy otra vez, hace mucho que no te pedía algo.
No sé si haya algo más por pedir. ¿Dónde estás
realmente? ¿Dónde estás hoy, para poder encontrarte?

Estoy cuando haces algo, cuando estás dormido, cuando
aciertas, cuando te equivocas.

Miré mi mano izquierda, el dedo fracturado. Había un punto
ajeno, que jamás podría ser movido, que no estaba bajo
mi mando. Una incursión extranjera. ¿Ahí, estás ahí?
Esperando el día que acabe con los demás días. El sol que
llegue en la madrugada, que nos levante a todos y no
vuelva a posarse jamás.

El fin de las estrellas.

Pero no iba a ser tan fácil.

La misa había terminado, las viejitas seguían rezando
entre velos negros.

Escuché el pregón en la calle.

- ¡PROMESAS CUMPLIDAS! MISTERIOS! PORNOGRAFÍA!
PÁSELE, PÁSELE; AQUÍ ESTAMOS TODOS.

Salí a la calle y vi una carreta transportando el marco
de una puerta. Adentro volaban luciérnagas asesinas.

- ¿QUIÉN ES EL VALIENTE? QUIÉN VA A PASAR PRIMERO?

Habíamos llegado a la salida. Arriba, en el cielo, apareció un cohete
continuando su camino hacia la devastación. Alguien tocó el
Himno Nacional en el órgano de la Iglesia, como ya era tradición.

- ¡PROMEEEEEEEESAS CUMPLIDAS! ¡PÁSELE A SU PUERTA
DIMENSIONAAAAL! BARA, BARA.

Se empezó a formar una fila de peregrinos. Familias enteras
que decían adiós a sus vecinos. Algunas cargaban innecesarios
bultos de ropa, fotos familiares, molcajetes, banderas, santos,
viejas computadoras, botes de agua, colchas, patinetas, percheros
sesenteros, balones del Mundial, polvos mágicos de Pancho
Villa o Carlos Salinas, celulares reliquia sin batería, floreros
del cementerio, fetos en sus frascos con etiquetas del derecho
a la vida, cuadros de un reno frente a un lago y un monte
nevado, caracoles desgastados que servían para detener la
puerta, almohadas con escenas de anime, un oso de peluche
retorciéndose gracias a mecanismos atascados, una pala
manchada de sangre, una niña con trenzas mirando
el valle de México
consumido
por
su propia historia.