miércoles, noviembre 09, 2005

Antes la había buscado en

2013
Cuando fui a Francia me acompañaba un par de mudas de ropa, un cheque mal hecho y la dirección de unos amigos de unos amigos. Y la buena voluntad de algunos Llamarads. Era otro de esos vuelos de fin de semana que estaban de moda. Nuestros anfitriones eran un doctor güero y su esposa freaky que siempre usaba una falda escolar. Vivían al lado de la construcción de una torre espacial y tenían libros escritos por Kampe. Cenamos una tortilla de huevo y nos indicaron nuestro lugar en un gran sofá. Me desperté en la madrugada. Caminé con cuidado hasta la puerta y la abri tratando de no hacer ruido. Afuera estaba cierto aire fresco que yo siempre asocio con bienestar. Miré el cielo, esperando alguna señal del amanecer. Había nubes de muchos colores, una colcha de retazos, como la continuación de los campos en la tierra. Frente a mi, una montaña que no creía posible estaba llena de luces. Una de las comunidades turcas en construcción.

Al día siguiente buscamos a Herla, nuestro último contacto era con un farsante mexicano que hacía curaciones en una especie de mall. Yo antes lo tenía el messenger y me acomodé el pelo para que pudiera reconocerme. Tenía su stand alrededor de una fuente, con imágenes de espiritualidad fosforecente y souvenirs tejidos a mano. Cuando le pregunté con ella, levantó sus manos, una de ellas hizo un movimiento de volar, chocó con la otra, y emprendió el vuelo otra vez. Siguió con su trabajo, hacerle trencitas a una adolescente de chanclas rosas.

En la tarde fuimos a la torre Eiffel y le tomé muchas fotos. Al día siguiente fue el Louvre express y el circo chino, el que andaba de gira con 3 mamuts. En eso me acabé los ahorros.

A Herla la vimos hasta que

En el 2014 supimos que era directora de una institución para niños y adolescentes sin hogar. Yo llegué sin tener ese dato. Había leido de un lugar especial, en el sentido de que la permanencia era voluntaria, y que en cierta forma estaba disfrazado. Sus organizadores habían investigado algoritmos de diversión juvenil y los pusieron a prueba, con éxito. Los chavos llegaron solos y se quedaron ahí con la ilusión de que era algo ilegal. Tenía el caracter de un club, un lugar para quedarse y cotorrear. Al entrar pensé que era una guarida de pandilleros, si todavía existieran pandilleros.

Era grande como una escuela echeverrista, con puertas de madera y paredes rojas en las que la pintura se había levantado formando una piel agrietada en la que pegaban posters de chicas y grupos. Lo primero que vi era un área más o menos rocker, pero al avanzar al patio central escuché un área donde la moda y la música bajaban a Sinaloa y a cierto narcohiphop, que a su manera era más interesante. O al menos eso decíamos los pretenciosos en la época.

Y los niños, como siempre, jugando con tazos y barajitas. Los más grandes con el voleibol y demás actividades no obvias, que suelen ser sacadas del aire para disminuir la incidencia del futbol.

Por ahí alguien se me acercó con unos audífonos. Era un chavo flaquillo escuchando unas rolas, y cosas rara, eran del elenco de Nenerecords y otras de los MarkDoyle. Buen chiste. Capté el mensaje. Planes dentro de planes.

- ¿Y aquí quién los dirige, o qué? Llévame con tu líder.

Subimos al tercer piso, y en el escritorio junto a un gran ventanal, estaba la directora: la joven Herla a sus treintaintantos años, con un peinado de señora panista y rodeada de un séquito de fans. El usual abogado sin mucha ocupación, la trabajadora social, los psicólogos conspirando en un rincón, las chicas residentes buscando méritos pintándole las uñas, el chavo desmadroso que hacía los mandados, Hans Krakauer comunicándose con inteligencias extraterrestres, el chofer parado junto a la puerta, la visitadora del DIF, el perro guardián y algo de somnolencia de las 4 PM.

- Todo termina igual, ¿verdad?
- Siempre.

La diferencia era que a ella no podían capturarle la verdad.

1 Comments:

At noviembre 11, 2005, Anonymous Anónimo said...

que miedo :s

 

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