miércoles, noviembre 23, 2005

The police, disco lights

Al terminar la segunda década del siglo XXI, todos nos lanzamos al fuego. En retrospectiva es difícil de explicar. Como lo que nos dicen sobre los años 60's: tenías que estar ahí. Vivíamos con otro ritmo.

Hago una lista de mandado:

Enfermedades nuevas cada día.
Brechas generacionales en las que 3, 4 meses de diferencia eran muy significativos.
Incidentes en que adolescentes explotaban por sí mismos en medio del salón de clases, sin portar químicos de ningun tipo.
El triunfo de extrañas casualidades en nuestras vidas.
Periodos de narcolepsia, significativos olvidos repentinos.
Las primeras e incomprensibles evidencias de vida inteligente en el pasado marciano, en el de algunos cometas, en lunas de Júpiter.
Y la maldita sensación de estar añorando un abrazo de inicios de siglo. El momento en que manejaste a toda velocidad un sábado por la mañana, tratando de romper todo y congelarte en la repetición de su nombre. Habías salido y te hizo regresar para que aclararas un deseo, y ya dicho, ella sólo acertó al decir: Sí, eso es. Sí, sí, también, también.
Igual, igual.
The police, disco lights. Todos tirados en el pavimento.

Era un reflejo de la unidad perdida, así que cuando tuvimos la opción de arder en la historia, o seguir nuestro camino, preferimos caer en masa por el acantilado dándole inicio a Otra Cosa. Al menos temporalmente.

Es que en ese tiempo no queríamos recordar que, aunque busquemos el fin, en ese mismo salto siempre dejamos otra historia.