Waters en Monterrey!

Hace mucho que no veía a alguien fumar tantas cosas raras. But enough about me. Ah, el concierto...

¡Waters en Monterrey! Pues sí, llegué al Estadio Universitario con gran interés por ver qué clase de música podría presentar el director de Pink Flamingos, Hairspray y un largo etcétera. Cuál no sería mi sorpresa al ver que se trataba de Roger y no John Waters. Damn.

Debo decir que lo que vi esa noche fue una gran proeza de habilidad técnica. Pero al fin logré estacionar mi auto, y luego corrí al Estadio. Gente del vuelo corriendo como gallinas descabezadas mientras buscaban la entrada que les correspondía. Vendedoras de semillitas, hot dogs, playeras. Polecías. La gente coreando en el interior. Corrí hacia el interior como... un ave determinada. Cof, cof, notad la diferencia. Ok, basta de chistes malos.

Me parece... no, no me parece: aclaro, declaro, decreto que fue un error presentar el Dark Side of the Moon, que precisamente tiene las rolas donde uno puede extrañar más la presencia del buen Dave Gilmour. Waters se mantuvo en su personaje de playera negra, y alcanza mejor las notas que en la gira del In The Flesh, o tiene menos miedo de usar playback. Estaba acompañado de sus cuates de la chamba, incluyendo a un clon del Fher de Maná. Fue salvado por la presencia de Snowy White (que llegó a tocar con los Floyd en las gira del Animals y fue además parte de la infamous surrogate band en The Wall) y Andy Fairweather - Low, eterno discípulo / esclavo de Eric Clapton, the Cocaine King. Además, Jon Carin, antiguo asalariado de la pandilla Gilmour (del Momentary Lapse al Pulse), las chicas cantoras, el baterista de Procol Harum... y el hijo de Roger Waters en los teclados. Y un saxofonista por a'i. Todos muy atareados en tocar el disco. Y por lo visto les gustó tanto que tenían que tocarlo casi e xac ta men te.

El público se emocionó hasta la lágrimas al ver el cerdito volador decorado con frases anti Bush, anti muro fronterizo. Otro elemento destacado fue una piránmide, perdón, pirámide laser que salió por ahí al final del disco, para luego emitir luces de colores que regresaron al público regiomontano a la minoría de edad. Nunca había estado tan cerca de mi estéreo.

El final fue mucho mejor, con un fragmento de The Wall en el que se derrochó la pasiòn ausente en el Dark Side. Se ajustó mejor al formato y lo aprovechó, quizás porque fue precisamente diseñada para ser escenificada, y no tocada. También se permitieron variaciones sobre la versión original, quizás porque en esas piezas lo importante es sostener cierta intensidad y ambiente, no papel tapiz de apoyo alucinógeno. Habrá que esperar una gira de The Wall para el 2009, trigésimo aniversario del disco. Ahí creo que estará más chido ver cómo le ponen play.

En el intermedio vendían tacos al pastor. ¿O eran de arrachera? Y varios policías se llevaron a alguien durante Comfortably Numb, supongo creando un trip muy memorable para el involucrado. Uno para contárselo a los nietos (y probablemente lo hizo, al día siguiente).

Me quedé con ganas de pedirle un autógrafo a alguna de las pantallas, en especial a la de la izquierda. I also liked the sound system. No recuerdo otra tocada donde la gente se pusiera a corear los efectos de sonido. Y nunca me había costado tanto un karaoke.

Ok, esa frase ya la usé en el Fotolog. Damn!

P.S. Fue un gran alivio encontrar mi carro justo donde lo dejé.