domingo, octubre 29, 2006

Hoy caminé de

De mi casa al rumbo de Anemos. Desde la acera izquierda, la avenida Leones era enorme, un valle junto al cerro. No podía creerlo. Habían guardado un secreto. Todo era nuevo. Bordes claros. Autos a baja velocidad, parques abandonados. El verde que permanece un rato. Un lado de la avenida tenía más energía que el otro. Eso, o los terrenos eran más caros. Percibí líneas llegando desde el Topo Chico; Rangel Frías es verdadero, es un rio. El tiempo estuvo entretenido. Una canción me convertía en su pecera. Las olas nunca regresarán, pero puedo esperar, puedo tratar de ser bueno. Sólo una vez más, y del modo en que todos nos perdemos.

El sol jugaba entre los picos de la mitra, un atardecer en varios pasos. La luna me acompañó todo el día. De regreso, con el sol a mis espaldas, el efecto cayó y el día siguió su camino, las cadenas rotas en azules brazos. Creo que no pudiste contemplarlo. Ojalá viviera con el sol. Pondría un salón de bronceado.

1 Comments:

At octubre 31, 2006, Blogger rous said...

no lo ves, pero si vives con él.

 

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