jueves, febrero 12, 2004

After the Gold Rush
You know I'm not dead, decía Billy Corgan en lo que algunos ansiábamos fuera su momento más decadente (sin saber que Zwan caería sobre el mundo para hacerlo más gris). Así que estamos en la segunda edición de la revista Mandarina, tratando. Y llegando. Mañana estaré en una especie de programa de TV en la Web,

Los llamarada han vuelto! Ensayamos en casa de Kowi (sp?) el domingo anterior, con la compañía y entusiasmo de su suegra como espectadora. Dany todavía en vías de rehabilitación, Juan como si no hubiera pasado un día, yo sin voz y nuestra bajista encontrando la posibilidad de bailar. Ahora espero la integración de un elenco completo, en el que me agradaría estuviera Iván (que lo está de una forma extraoficial), y la joven Herla, guitarrista desaparecida. Salieron un par de cosas nuevas, pero necesito preparar más lyrics. Y aprender de nuevo algunos de los covers. Y sacar otros nuevos. Hay mucho por hacer. Ahora sí tenemos tocadas en puerta, sólo es cuestión de estar listos.
Tengo por ahí cosillas para un EP solista.
El miércoles de la semana pasada estuve brincando en el antrópolis con Mary Molko, Estrella Fugaz, Adrián (Ornelas) et al, y me topé a Minerva y Gaby. La indie night que siempre termina ochentera. Supongo que tendrían que estar ahí.
Ojalá ya tuvieramos un radio show, uno en el que la radio fuera una radio. Con estrellas. Y comida.
En el trabajo (LaGranFa) compré verduras y verduras cultivadas por los mismos niños y teenagers, así como papel aluminio que sobraba en bodega.
Extraño a la telepatía y a la host del show aquel de Spas.

Estoy en rehabilitación (7 am Lunes a Viernes) con electricidad interferencial, infrarrojos y ultrasonido. Todo mi mundo a color. Me atiende un chavo llamado Luis, y nos fletamos las noticias del 7. Hay una nueva weathergirl, Gaby Elizondo, todavía aprendiendo a no tapar. Lo que no debe tapar.