martes, septiembre 26, 2006

En el territorio tres

El calor de Monterrey. Tres. Uno sobre otro. No quiero usar una X. Es peligrosa. Es con lo que encontramos los blancos en visuales. Tenemos prohibida emplearla en otro contexto. Es peligrosa, nos dicen. Escuchamos sus líneas en medio del campo de batalla.

El presupuesto abarca playeras hawaiianas y fugas Ocean Pacific. En cambio, nuestro enemigo conquista al pueblo con ropa que quizás no sea de última moda, pero se ve apropiada. Están en su papel. Tienen todos los agregados piratas. ¿Creen que ellos van a pagar licencias? Ja ja.

Los nativos nos vendieron maruchans espías, y hay rumores de una bomba de realidad. Estoy dispuesto a caer en cualquier momento.

Es entonces que me quedo sin señal.

El polvo deja de gritar en espejo, ahora veo sólo veo un panorama de información dormida. Es como si me hubieran volado la cabeza. La fuente me dice que ellos han saltado dentro del territorio. Ellos tienen acceso a información privilegiada. Alguna inteligencia asilada en un nicho corporativo. O una pandilla de genios al otro lado del mundo.

La política no me concierne. El asunto es seguir vivo. Nos arrastramos por el piso, hasta que la vibración termina a nuestro alrededor. El electro ha pasado a unos cuantos metros del suelo. Pero por hoy estamos a salvo.

Al anochecer encedemos una fogata entre las ruinas. La red regresa, y con ellos, todos los amigos esperando en casa, sorprendidos por la desaparición. Son luces, la fantasmal interfase sostenida en el aire. Te pasan las rolas del momento, noticias de aquel viejo maestro que nunca se callaba, o de Julia, atrapada en el éxito, Laura trabajando para algún gobierno...

En mi sueño las calles se hunden, y despierto con mi arma cerca, y las transmisiones no han cesado, el enemigo sigue conquistando el territorio, alimentandose de la sabiduría que algún tiempo se perdió en información. Y no tenemos más que verlos pasar, y soñar con que no activen otra bomba de realidad.

Es el amanecer. Caigo en el mapa, los relieves conducen a acercamineto de la cuadrícula caprichosa, hasta que me veo desde el aire, dormido minutos atrás. No he sido actualizado por el satélite. Así que supongo que puedo hacer como si estuviera dormido. En el horizonte, veo la bruma verde de sus nuevas instalaciones.

¿Quién escogió los colores? La captura de líneas enemigas nos muestra que para ellos, nosotros somos los verdes. Y así mantenemos el tiempo, pensando en casa, escuchando a casa, viéndonos dormir desde lejos, y la guerra continúa, y podemos desaparecer en un sólo instante, y creo que sí, a veces me gustaría seguir durmiendo.

1 Comments:

At septiembre 29, 2006, Blogger rous said...

Hay cosas que escribes, que simplemente dejan sin nada más que decir. El ser parte de una guerra cuando posiblemente poco se sabe porque se lucha y esas sopas tuyas que siempre esconden mucho más que olores calientes. :)

 

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